Ante el cuadro de Gauguin
Azules interrogantes duermen en tu
pintura
repartida en amarillos aromas de tiempo.
El hombre es el reloj de las cosas que
viven
y mueren para nacer cada instante de
nuevo.
Soñar, dormir, amar y arder entre besos
el blanco fruto embriagador de la
muerte.
¿Volvemos a vivir todo lo que soñamos?
Toca su flauta mágica la juventud
salvaje,
apagando sus sones al final del verano
igual que la cigarra de la fábula vieja.
Y hay un río que cruza su luz entre
nosotros
nos lleva, nos separa, nos envuelve, nos
ciega
hasta llegar al fin que es comienzo de
todo.
La vida es nada más que un fruto que se
seca
para renacer cuando cae a la tierra.
Querido Paul, te envío estos versos
pintados
al pie de tu cuadro que vive con mi
sangre.
Recíbelos con amistad, junto a mi oreja
cortada para olvidar el ruido de la
muerte.
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